Para comprender mejor el tema, retrocedemos a tiempos bíblicos para desvelar la conexión judía con Judea y Samaria (Cisjordania). Al igual que todo lo judío, empieza con Abraham. Fue un hombre que pasó mucho tiempo en movimiento, sobre todo en la región que ahora llamamos Cisjordania.
Y no fue solo Abraham. Sus descendientes (y más tarde, generaciones de personas judías) también pasaron mucho tiempo en Judea y Samaria, creando así una conexión duradera con lugares como Hebrón, Shechem (Nablus), Beit El, Guilgal y Gabaa. Una conexión que no se podría romper durante miles de años de exilio. Avanzamos hasta el siglo XX, donde los acontecimientos en dos comunidades diferentes –la antigua ciudad de Hebrón y la aldea agrícola moderna de Kfar Etzion– adoptaron un fuerte simbolismo para el asentamiento judío en Cisjordania.